La Razón / Gemma Candela
La especie, en estado vulnerable, se recupera en el norte de
Bolivia y el sureste de Perú gracias a la creación y manejo de las áreas
protegidas. Es un mamífero de gran tamaño, con un peso que ronda los 250 kilos.
En los ríos del Gran Paisaje Madidi-Tambopata suele haber un
bañista habitual: el tapir o anta (Tapirus terrestris). Es un mamífero de gran
tamaño, con un peso que ronda los 250 kilos, de gruesa piel de color grisáceo
pardusco. Cuando nada, sobresale su crin de pelo tieso y oscuro, y la
terminación de su labio superior en forma de pequeña trompa.
El tapir terrestre vive en las tierras bajas de Sudamérica,
desde Venezuela hasta el Chaco Paraguayo, el sur de Brasil y el norte
argentino. Puede encontrárselo hasta a 2.000 msnm. En Bolivia vive en La Paz,
Beni, Pando, Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija.
Hace casi una década, especialistas en tapires y chanchos de
tropa del continente se reunieron en Santa Cruz para evaluar la situación de
estos mamíferos e identificar los lugares con poblaciones importantes. “El
norte de La Paz, Madidi, y todo lo que está alrededor (Pilón Lajas, Apolobamba,
y en Perú, Tambopata y Bahuaja Sonene), ha sido identificado como uno de los
lugares probablemente más importantes para la conservación de tapires, chanchos
de tropa, jaguares y oso andino”, explica el biólogo y director de Wildlife
Conservation Society (WCS) en Bolivia, Robert Wallace. Doce años de estudio de
esta organización han demostrado que los expertos estaban en lo cierto.
Las expediciones
Un equipo compuesto por Wallace y los biólogos Guido Ayala y
María Viscarra ha trabajado en el área haciendo expediciones en busca del
animal y colocando trampas cámara capturan imágenes de forma automática
(gracias a un sensor infrarrojo que llevan incorporado), en coordinación con
los pueblos indígenas de la zona. Una larga lista de colaboradores locales
ayudó a identificar el Gran Paisaje Madidi-Tambopata como una de las reservas de
tapires más importantes del continente: se estima que hay 14.540 individuos.
Los registros del animal fueron incrementándose desde los
primeros años de investigación hasta el final. Ello se debe, afirman Wallace y
Ayala, a la creación y la gestión del área protegida del Madidi y, también, a
la de la Reserva Nacional de Tambopata. La primera se instituyó en 1995, pero
se comenzó a gestionar dos años después. La peruana se creó en 1990.
Con la conversión del Madidi en Parque Nacional y Área
Natural de Manejo Integrado, la actividad maderera que había en el lugar, como
en el valle del Tuichi, tuvo que cesar. Ésta era una de las principales
amenazas para los tapires, pues destruía su hábitat. Además, los trabajadores
cazaban tapires para consumir su carne.
Apresarlos no es difícil: son grandes, viven en un radio de
entre tres y cuatro kilómetros cuadrados y, cada once días, recorren grandes
distancias hasta los salitrales. Éstos son lugares en el bosque donde la tierra
es rica en minerales, que las antas necesitan ingerir regularmente para
digerir las hojas (que son parte de su dieta, principalmente frugívora),
pues éstas contienen taninos, una sustancia difícil de descomponer. Los
cazadores sólo tienen que aguardarlos en los salitrales.
Tras la creación del parque, las amenazas se han reducido.
Es en las zonas aledañas donde continúa la tala ilegal de madera y el avance de
los cultivos. Aunque no hay que olvidar la inminente pavimentación de la
carretera San Buenaventura-Ixiamas: “Los puntos de asentamiento van a
incrementarse”. Ahora, principalmente son comunidades tacanas las que viven al
borde del camino. Una carretera puede atraer más pobladores y facilitar la
expansión de las fronteras agrícolas, con la consecuente destrucción de bosque.
Los tacana viven de los recursos naturales, sin agotarlos, indica Wallace. Aún
así, estos pueblos solicitaron apoyo a WCS para monitorear su caza y asegurar
la sostenibilidad.
La recuperación de la especie es lenta porque, de media, una
hembra tapir tiene una cría cada dos años (cuya piel es a rayas blancas y
negras, y se camufla con mayor facilidad que un adulto), pero avanza, a buen
paso, en el Madidi y Tambopata.
Cuatro especies
La anta no es exclusiva de Sudamérica. Aquí habita el tipo
terrestre (Tapirus terrestres). Hay otras tres especies en el
mundo: centroamericana (Tapirus bairdii); asiática o malaya (Tapirus indicus) y
el de montaña (Tapirus pinchaque) que se encuentra en los Andes de Colombia,
Ecuador y Perú. Todos están en peligro.
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