¡Oh admirable e insigne protector mío, San Antonio de Padua! Siempre he tenido grandísima confianza en que me ayudarás en todas mis necesidades, rogando por mí al Señor a quien serviste, a la Virgen Santísima a quien amaste y al divino Niño Jesús que tantos favores te hizo. Ruégale por mí, para que por tu poderosa intercesión me concedan lo que pido.
¡Oh Glorioso San Antonio! Pues las cosas perdidas son halladas por vuestra mediación y haces tantos prodigios con tus devotos; yo te ruego y suplico me alcances de la Divina Majestad el recobrar la gracia que he perdido por mis pecados, y el favor que ahora deseo y pido, siendo para Gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.
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